Razas bovinas lecheras
Abondance

 Aptitudes y producción

La cuna de la Abondance, situada en los Alpes del Norte (Haute-Savoie), ha modelado esta raza y la ha convertido en una vaca muy bien adaptada a las zonas de montaña. Soporta así las diferencias de temperatura importantes (que pueden ir de -10°C por la mañana a + 35°C por la tarde en las praderas de montaña) y se adapta perfectamente a los forrajes burdos.

El manejo de los rebaños evoluciona en función de las temporadas: los animales pasan el invierno en el establo (6-7 meses, generalmente en estabulación completa) debido a las condiciones climáticas difíciles, luego se les suelta en los pastizales de montaña entre 500 y 2.000 m de altitud durante todo el verano. La transición entre estos dos extremos se realiza en la primavera y en el otoño, donde los animales pastan alrededor de los pueblos, en zonas de montaña intermedia.

Los animales son poco complementados pero las raciones a base de pasto y de heno bastan a la Abondance para producir una leche rica en proteína, apropiada para la transformación quesera. 80% de la leche de la Abondance se valoriza de este modo gracias a quesos bajo Denominación de Origen Controlada como el Reblochon, la Abondance, la Tome des Bauges o el Beaufort, o con Identificación Geográfica Protegida (IGP) como la Tomme de Savoie o el Emmental de Savoie.

La rusticidad de la Abondance y la calidad de su leche también son apreciadas en el extranjero. Está presente en Canadá, en Sudamérica (Chile, México), en Oriente Próximo y Oriente Medio (Irak, Irán, Yemen).

La raza ha sido objeto de programas de cruces específicos para mejorar las producciones lecheras de algunas razas locales, como N’Dama en Costa de Marfil o la Baladi en Egipto.

 Selección

El programa de selección de la raza Abondance toma como criterios prioritarios los índices de producción. Se presta una atención particular al aumento del contenido en proteína de la leche, que tiene una influencia importante en las modalidades de pago de la leche a los ganaderos.

La longevidad y la adaptación a las zonas de montañas no se olvidan en el programa de selección. Los aplomos, la solidez corporal, las capacidades respiratorias o la calidad de las ubres son criterios importantes.

Se buscan ubres poco voluminosas (que perturben menos los desplazamientos de las vacas en montaña), bien equilibradas, bien fijadas (ubres que envejezcan bien, que no se descuelguen con la edad), dotadas de pezones bien implantados y de una longitud adaptada al ordeño.

Sobre la base de estos criterios se seleccionan y se controlan 35 machos cada año. Luego los 20 mejores se ponen en prueba de progenie, lo que da lugar a la autorización y a la difusión por inseminación animal de 3 a 4 nuevos toros al año.